martes, 11 de noviembre de 2014

La Maravilla del Surrealismo según Bretón

       El Surrealismo (en Literatura), superrealismo o suprarrealismo, para quienes prefieren una versión más precisa del francés sur-réalisme lanzó su primer manifiesto en 1924, firmado por André Breton, Louis Aragon, Paul Éluard, Benjamin Péret, entre otros. Allí estos autores lo definen como "automatismo psíquico puro" que intenta expresar "el funcionamiento real del pensamiento". La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al Surrealismo con los principios del psicoanálisis. En una primera etapa, el movimiento buscó conciliar psicoanálisis y marxismo, y se propuso romper con todo convencionalismo mental y artístico.
De Michelli caracteriza al Surrealismo como una búsqueda de la resolución de problemas que plantean las antinomias de la razón, además de intentar acercar el arte a la praxis vital. Los surrealistas encuentran en el inconsciente una solución, quieren escuchar al huésped interior. Otra característica es la existencia de una fractura entre mundo interior y exterior. El Surrealismo intenta, a partir de esa fractura, dar a la libertad el fundamento de una doctrina, paso de la negación a la afirmación. Buscan una posición concreta. Así llego a unas de las vigas del pensamiento surrealista: el problema de la libertad. Este tiene dos facetas: una individual y otra social. Los dos grandes pensadores que dilucidan estas dos cuestiones son Marx-en el terreno de la libertad social- y Freud en el terreno de la libertad individual.
Otra de las cuestiones con las que traba el Surrealismo es con la frontera entre vigilia y sueño que se había empezado a desvanecer con la aparición de las teorías del inconsciente. A partir del auge de las teorías psicoanalíticas se incorporan técnicas de escritura automática. El automatismo ya estaba presente en los dadaístas pero este era más mecánico; en los surrealistas este es más psíquico. Como todos los movimientos de vanguardias históricas, el Surrealismo va intentar quebrar con la tradición poética y con la prosa poética. En este sentido, a la libertad de formas se le opone la libertad de espíritu. Y para lograr sortear esta transición va a trabajar con material onírico, con el choque de elementos dispares y así posibilitará la unión de la naturaleza y el hombre, de lo material y lo espiritual, del sueño y la realidad. De esta manera, el hombre encuentra lo maravilloso alejándose de la realidad al buscar la disimilitud. El artista viola las leyes sociales y así logra un shock con lo inexistente y obliga a poner en marcha su imaginación. La imagen surrealista es un atentado a la identidad. Otro tema del que se van a nutrir los surrealistas será el azar. El azar, según ellos, nos enfrenta con la excepción, con lo que está fuera de la norma.
También trabajaran con la imagen poética infantil para el mundo adulto y el humor tiene potencial subversivo e inconformista y atacará a la hipocresía. Del humor ácido lo único que queda es la risa, que cumple una función liberadora. También crearán el desarrollo de una nueva sensualidad ligada al erotismo.
Asimismo, los surrealistas se inscriben en el linaje de los grandes enamorados. Ven en el amor la unión de lo físico y lo metafísico, y aspiran a superar los tabúes relacionados con lo sexual y, para ello, otorgan a la mujer un carácter sagrado y conciliatorio: es la compañera de la revolución.
En el segundo manifiesto surrealista, Bretón postula los lineamientos generales de lo que significa el Surrealismo, y lo que significa ser surrealista. Él va a sostener que la vanguardia se acerca a la revolución. Con un carácter individual y una voluntad moderna, el Surrealismo busca irrumpir en la historia y la política. Bretón refuerza su teoría acerca del automatismo psíquico, pura expresión real del pensamiento y va a indagar en el mundo de los sueños, del azar y de lo maravilloso, de donde va a sacar nuevas asociaciones.
                                              

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